COMO EDUCAR SEXUALMENTE A LOS HIJOS.

APRENDIENDO A HABLAR DE SEXO CON LOS HIJOS.

En el mundo hay miles de hogares donde la pareja (Esposo-esposa), quienes no encuentran la oportunidad de cómo empezar una conversación formal sobre lo que es el sexo y la educación sexual con sus hijos.
En nuestros hogares estamos conscientes de la necesidad de que nuestros hijos, conozcan todos los pormenores sobre educación sexual, algunos de ellos pueden estar en la etapa de la pubertad o bien en la etapa de la adolescencia, es necesario y oportuno que estos jóvenes reciban las debidas explicaciones sobre el sexo y la reproducción. Después de todo es mucho mejor que lo aprendan en casa y no en la calle.

Pero nos cuesta demasiado. ¿Qué podemos hacer para romper el hielo?
Si bien es cierto que en la escuela se hace el intento por hablar de forma limitada de estos temas, es en el hogar donde debe comenzar la educación sexual, de una forma responsable, amena, seria y con los tintes de formalidad que esto amerita.
A continuación se presentan algunas sugerencias que pueden ayudar a minimizar esa barrera invisible que no nos deja informar de forma adecuada a nuestros hijos.

Hay que saber Informarse.
Existen hoy en día publicaciones excelentes, tanto para padres como para hijos; estas últimas pueden leerse en conjunto. Con un libro en las manos, donde se presentan explicaciones gráficas, se desvanece la vergüenza y se promueve el diálogo, se generan momentos propicios para la consulta.

Aprovechen las oportunidades.
El nacimiento de un bebé en la vecindad o el embarazo de alguna amiga de la familia, las plantas que hay en casa, la reproducción de los animales domésticos, son ejemplos de ocasiones para iniciar una excelente conversación. Por ejemplo, pueden hablarles de cómo sus hijos, ellos mismos, experimentarán cambios fisiológicos y psicológicos muy pronto, y de que esos cambios son para capacitarlos como padres o madres, en el momento oportuno y con el beneficio de saber tomar una decisión acertada en relación a esos temas

Se debe preparar un ambiente ideal.
Es necesario que el televisor no acapare todo el tiempo libre de la familia. Hay que propiciar los momentos de silencio y las situaciones oportunas que favorecen la comunicación. Algunas veces los hijos no hablarán ni preguntarán; pero, cuando existe auténtica confianza, probablemente serán ellos mismos quienes inicien el diálogo. Esta plática debe realizarse en un ambiente agradable y de mutua confianza, puede utilizarse la reunión familiar después de haber realizado la cena familiar.

Hablen con sencillez, claridad y respeto sobre el tema.
Las denominaciones vulgares o soeces provocan risas y desmerecen la sexualidad. Llamen a las cosas por su nombre y observarán que el tratamiento del tema se torna respetuoso y la comunicación más fácil.

Manténganse disponibles en todo momento para escuchar y hablar con sus hijos.
La buena comunicación en la familia se logra con la práctica. Por tanto, para este y para otros temas, si existe la costumbre de dialogar de una manera regular, resultará más fácil hablar sobre la sexualidad.
Evidentemente, lo ideal es que, desde pequeños se hable de sexualidad con los hijos cada vez que venga a cuento, y con la máxima normalidad y naturalidad, sin esperar a que ellos nos pregunten. Eso facilitará que no se inhiban ante sus padres, pues tendrán asumido que en su casa se habla de la sexualidad como de algo absolutamente normal... porque realmente lo es.

Busquen apoyo externo.
Quizá hablando con otros padres o con el centro escolar al que asisten sus hijos, puedan obtener ideas o solicitar que organicen algún cursillo sobre el tema. En nuestro medio El Ministerio de Educación, ha tenido a bien dar apertura a una serie de temas que tienen que ver con la educación sexual, y aunque en un primer momento se está capacitando a los docentes, serán ellos los responsables de saber informar a los jóvenes sobre la educación sexual con responsabilidad.

Algunas iglesias suelen ofrecer cursillos de este tipo que van más allá de los datos fisiológicos, además incluyen orientación moral. De lo que se trata es de que nuestros hijos vean que existe un nuevo estilo de vida: sano, limpio, grato y feliz, y que la experiencia cotidiana de muchos adultos e innumerables jóvenes avala sus buenos y perdurables resultados en materia de sexualidad.

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